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Merece la pena.

Llegó la hora

Hemos decidido que nos vamos a España. Para quedarnos.

Deseadnos suerte, por favor.

A propósito...

Ayer me comí un croissant enfrente de la Torre Eiffel.

Una vez en la vida

Cuando se acude al teatro y se ve una obra especialmente buena (más aún en el caso de un monólogo), es bonito salir con la sensación de que el actor ha tenido una noche "mágica" difícil de repetir. De que ese día ha estado más inspirado que cualquier otro, y tú has estado ahí para verlo. Mala suerte para los que acudieron el día antes, o para los que acudirán el día después.

Quiero creer que eso es lo que sucedió la noche del 22 de julio en Almagro, cuando todo los espectadores del Claustro de los Dominicos, con la piel de gallina, conteníamos la respiración al compás de las palabras de El Brujo.

Cansancio

Quiero empezar de cero.

Cartas desde Inglaterra.

Los chicos del estupendo Libro de notas me han ofrecido colaborar con ellos a través de una sección periódica (bueno, más o menos) en su página.

Hoy la inauguro aquí.

El después.

Hay un momento terrible tras un suceso como el del jueves pasado por el que todos pasamos cuando de algún modo nos coge relativamente cerca. Se trata del instante en que, una vez que hemos contactado con nuestros familiares o amigos y comprobado que están bien, decimos bajito: "...uf". Claro, no se puede decir en voz alta, pero es un alivio saber que los muertos no te han tocado a ti.

Sé que es una reacción inevitable e incluso humana, pero eso no me hace sentir mejor.

Paréntesis.

Por primera vez en los casi tres años ya que llevo en Brighton, esta mañana tenía ante mí cinco días de vacaciones y ningún compromiso.

Hoy estoy saboreando algo muy parecido a la libertad.

Hagamos historia.

Vamos a unirnos a la marcha virtual de Edimburgo. Sólo hay que elegir un personaje y escribir un mensajito por la causa.

Quién sabe, lo mismo nos vemos por allí :-)

PD: Podéis encontrarme a través de la opción "Find a supporter".

De vuelta.

Durante este último mes sólo he tenido un fin de semana de descanso. Semanas de siete días en la oficina llegando a casa a las ocho de la tarde. Me ahorraré los detalles, pero os podréis imaginar que estoy totalmente agotada.

Cuando se viven momentos de tanta tensión en un ambiente laboral (en cualquier ambiente, diría yo), es fácil olvidar a veces que todos estamos en el mismo equipo. Surgen roces y discusiones que cuanto más cansados estamos, peor van sentando. El cansancio acumulado se multiplica por dos, o por diez. Y llega un momento en el que crees de verdad que no puedes más.

He estado en ese punto varias veces durante las últimas semanas. Hará unos diez días, sin embargo, llegué del descanso de mediodía y me encontré en mi escritorio un libro envuelto en papel blanco.

La nota que lo acompañaba decía: "C + MJ - I don't mean to be evil. I'm just tired. Love you both, Steve xx".

Lo que probablemente no sabe Steve es que ese gesto me ha hecho aguantar hasta hoy, cuando está a punto de acabarse todo el follón.

Muchísimas gracias, Steve.

A un chico alto con gafas (o "Quien te conoce, lo sabe")

Enhorabuena por esas ciento y pico páginas con portada. Una obrita que si tuviera que describir con un solo adjetivo, calificaría, sobre todo, de inteligente: ¿qué fue antes? ¿la idea? ¿la subvención? ¿el huevo? ¿la gallina?

Gracias por la hora de poesía que me brindaste hace ya más de un mes, un lunes o un martes entre la una y las dos de la madrugada. Nunca antes he llevado ojeras al trabajo con tanto orgullo.

Enhorabuena por haber encontrado a una chica con la que compartir tantísimas cosas.

Gracias por organizar talleres en los que se leen signos de puntuación, por ir a Canadá y leer libros raros, por hacer dibujos que Josefina pueda colorear y por enseñar español a una señora a la que se le olvidan las cosas.

Gracias, en resumen, por infundarnos a los demás tantas ganas de vivir aunque sea sin darte cuenta.

Y perdona por haber tardado tanto en dedicarte este mensaje.

Y ya van dos... :-)

Pues nada, que se me ocurrió participar otra vez en el mismo concursillo de microrrelatos del año pasado (Carlos Casares, del Liceo de Ourense)... y he vuelto a conseguir el primer premio de la categoría B.

El año que viene formaré parte por fin de la categoría de "los mayores" (de 25, que tampoco es para tanto). Más que nunca, la pregunta ahora es: ¿estaré a la altura?

UN ERROR DE CÁLCULO

El cirujano André Paddington era conducido a comisaría para ser interrogado por la desaparición de la señorita Eva Franagan. “Impresionante”, aplaudían con sincera admiración sus más directos competidores. Se rumoreaba que la paciente se había esfumado en plena mesa de operaciones. El doctor había conseguido quitarle más años de los que en realidad tenía.

Un minicuento para un aniversario.

He aquí mi pequeña aportación a la causa. Era lo mínimo que podía hacer, ¿no? (y cuando digo "mínimo"... :-p)

El gigante se escondió, muy quieto, detrás del molino.

Arrepío friki.

Hoy he conocido a Terry Pratchett.
Entre otras cosas, le pedí que me firmara la tapa de mi cuaderno rojo de cuadros.
Decididamente, este hombre no debería quitarse el sombrero nunca. Hay que ver lo que le luce.

Una pequeña sorpresa.

Andaba por aquí distraída ordenando un poco el salón con música de fondo. De pronto, ha aparecido una de esas canciones que te pillan de sorpresa y te alegran un poco la vida.

Es "Agüita del querer", del disco de Martirio y Chano Domínguez. Disco, por otro lado, absolutamente recomendable.

Os dejo el estribillo como "entrante", pero la dulzura con que está cantada no se puede reflejar con palabras. Hay que escucharla.

Y es que un sorbo te pedí
del agüita del querer.
Y al beberla yo sentí
de quererte mucha sed.

Era dulce al empezar
y amarguita fue después.
Y me falta voluntad
Pa' dejarla de beber.

Poco a poco he de morir
si veneno pa' mi fue.
Que en tus labios yo bebí
el agüita del querer.

Lógica aplastante.

Iba estas Navidades mi primo Javier (de tres añitos) cantando por el pasillo algo así como "Chu, chu, chu, chu, chu...", la mar de distraído. Cuando le pregunté que qué canción era aquella, muy serio, me contestó "La canción del chú". Pues sí que es verdad.

Día de San José.

Le dice mi tía Concha hoy a mi primo Javi, ambos al otro lado del teléfono:

- Ven, Javier. ¿Quieres felicitar a la prima María José?

Responde él:

- Ah, ¿pero es padre?

El príncipe... ¿destronado?

Mi primo Javier, una semana antes de cumplir cuatro años, y nada más nacer su hermano Carlos:

- Jugaré con él cuando le crezcan los dientes.

Quién lo iba a decir.

Creo que fue mi hermana la que me comentó el otro día que una famosa compañía de pasta de dientes aumentó sus beneficios haciendo un poquitín más grande el agujerito del tubo.
A ver, el listillo que se crea independiente y libre de cualquier tipo de manipulación... que me tire la primera piedra (¡ojo! cuidadito con la pantalla).

Costumbres.

Lo de colgar jamones en el techo de los bares? Para que se curen, o se ventilen, pensaba yo. ¡Ja! Durante la persecución de los judíos, tener un jamón a la vista en un establecimiento siginificaba "aquí comemos cerdo". O lo que es lo mismo: no somos judíos. Interesante, ¿no?

Ya que estamos, lo de conservar el segundo apellido en España, viene del mismo sitio. Para no "perder" tan fácilmente las raíces que más de uno querría ocultar por un miedo más que razonable. Y yo que nos creía una cultura pro-feminista [suspiro].

Con un par.

Ayer, mi amigo Fernando dejó la oficina (en la que tenía un trabajo fijo) para dedicarse a la pintura, su pasión. No hay duda de que supone un riesgo, pero estoy de acuerdo con él en que se trataba de ahora o nunca. Aprovecho este rinconcito para dedicarle unas líneas de admiración y respeto. Deseo de todo corazón que le vaya bien.