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Merece la pena.

Reflexiones

(...)

Hay días grises en los que lo único que podemos decir es, sencillamente, que nos hemos quedado sin nada que decir.

El cambio.

De repente, la vida se me vuelve naranja. El paquete que envío, un jersey por estrenar, la nueva compañía de mi móvil, el autobús que me ha traído a casa, la cubierta del libro que leo, un colgante, la zanahoria que mastico mientras escribo, los calcetines que llevo puestos. Me siento rara y no sé muy bien qué hacer al respecto. Pero me consuela mucho pensar que, después de todo, se trata de un color alegre.

La buena educación británica.

Hoy, después de más de un año, vuelvo a estar por aquí. Esta vez, por suerte, en un tono mucho más intrascendente.

Etapas que se cierran.

Dejé de dar clase, por fin.

Carolina terminó con sus oposiciones.

Jose logró superar el MEGA, con todo lo que le ha costado.

Toñi y Led acabaron sus carreras.

Claudia se viene, por fin.

El Primo volvió de Alemania.

Lorena se quedó sin nódulos y sin trabajo.

Alberto... se ha cortado el pelo.

Pensemos en todo ello como puertas que se abren. A ver qué pasa.

Paradoja (o 'ventajas de ser mayor, que alguna hay').

Prepararte ese helado enooooorme que te apetece tanto de repente, y comértelo antes de cenar para disfrutar como un niño.

La ecuación perfecta.

Llevo mucho, mucho tiempo dándole vueltas a una cuestión: ¿cuál es la literatura que me gusta? ¿Tengo preferencia por los cuentos cortos? ¿Por algún género en especial? ¿Sólo por determinados autores, o temáticas?

Hoy por fin he dado con la clave: Me gustan los textos que, independientemente de la extensión o el género, me dejan más tiempo pensando del que tardé en leerlos. De un modo más 'científico' podría expresarlo así:

Tiempo que paso pensando sobre lo que he leído
------------------------------------------------ = Valoración final
Tiempo que invertí en leerlo

Está claro que un buen microrrelato (ojo, insisto en lo de 'bueno') obtendría casi automáticamente una puntuación altísima al pasarlo por esta formulita. Pero el valor que tienen para mí muchos de mis libros favoritos, a los que mi mente acude una y otra vez sin descanso (en la cama, en el autobús, cuando camino sola, mientras escribo estas líneas) va tendiendo, poquito a poco, a infinito.

Lo cual demuestra que la ecuación funciona.

Crecer.

Leer, ir al cine, ver una película en casa, escribir, escribir en esta bitácora, aprender a dibujar, llamar a mis amigos, trasnochar, levantarme tarde, nadar, tocar la guitarra, ordenar mis cds, hacerme un gazpacho, salir de viaje, follar.

Son cosas que me gusta hacer cuando a mí me apetece, no cuando mi trabajo, o la vida en general me lo permiten.

Creo que nos hacemos mayores el día en que nuestro tiempo deja de pertenecernos.

Y está claro que no acabo de aceptar esa pérdida.

...

...

A mí no me la dan.

Tengo la teoría de que de todas las series que anuncian continuamente en el Canal 4, hay al menos tres que no echan nunca. :-p

¿Seis? (o 'El mundo entero al alcance de tu mano'.)

Después de varios meses escuchando hablar sobre Zifra y el Blog de Zifra a Fanswhave y a Carboanion (e imaginándomelo como una chica joven y algo friki) me da por echar un vistazo y descubro que es un amigo y compañero de mis padres en la Universidad.

Hace unos meses llego a la bitácora de Rafael Marín por medio de Otis, que lo cita en un par de ocasiones casi seguidas. Tras preguntarle a mi padre por este escritor de ciencia ficción y gaditano, resulta que es compañero suyo del colegio.

Hace seis o siete años ya, no estoy segura, estoy tomando una cerveza con Alberto y de pronto Carlos se acerca y se nos sienta al lado, tan tranquilo y sonriente como siempre. Dos de mis mejores amigos que a su vez eran íntimos sin yo tener ni idea.

Llevo tiempo queriendo escribir sobre la teoría de los seis grados de separación. Pero últimamente he decidido que ya no deberían ser seis, sino cinco. O incluso cuatro. Porque la velocidad a la que vamos hoy en día de la mano de tanta tecnología nueva se los salta de dos en dos.

No estoy segura, pero creo que esto me gusta.

Vínculos.

Es curioso analizar la manera en que establecemos vínculos con otras personas. Dejemos a un lado la cuestión amorosa. ¿Por qué somos amigos de nuestros amigos? ¿Porque nos gustan las mismas cosas? ¿Porque nos parecemos o queremos parecernos a ellos? Puede que esto sea más verdad conforme nos vamos haciendo mayores, pero ¿somos conscientes de hasta qué punto esos vínculos son fruto de la casualidad? ¿O de la necesidad? Acudir a un determinado colegio. Repetir curso. Elegir una carrera y no otra. Entrar en ese bar. Conseguir un trabajo en aquella oficina. Coger todos los días el mismo autobús.

Personas que apenas eran siluetas vacías antes de conocerlas se convierten en parte de tu vida y ya no puedes vivir sin ellas. Y todo gracias (que no ’por culpa de’, ojo) al puñetero azar. Si hay alguien ahí arriba debe estar partiéndose de risa con todo esto.

Librohólica.

Me atrevería a decir que a veces casi disfruto más comprando libros (o buscándolos en la biblioteca) que leyéndolos. Y escribo el ’a veces’ y el ’casi’ porque sin ellos no me atrevo a formular una frase como esa. Soy consciente de que roza lo blasfemo.

¿Es grave, doctor?

Cansancio

Quiero empezar de cero.

Cartas desde Inglaterra.

Los chicos del estupendo Libro de notas me han ofrecido colaborar con ellos a través de una sección periódica (bueno, más o menos) en su página.

Hoy la inauguro aquí.

El después.

Hay un momento terrible tras un suceso como el del jueves pasado por el que todos pasamos cuando de algún modo nos coge relativamente cerca. Se trata del instante en que, una vez que hemos contactado con nuestros familiares o amigos y comprobado que están bien, decimos bajito: "...uf". Claro, no se puede decir en voz alta, pero es un alivio saber que los muertos no te han tocado a ti.

Sé que es una reacción inevitable e incluso humana, pero eso no me hace sentir mejor.

Paréntesis.

Por primera vez en los casi tres años ya que llevo en Brighton, esta mañana tenía ante mí cinco días de vacaciones y ningún compromiso.

Hoy estoy saboreando algo muy parecido a la libertad.

Hagamos historia.

Vamos a unirnos a la marcha virtual de Edimburgo. Sólo hay que elegir un personaje y escribir un mensajito por la causa.

Quién sabe, lo mismo nos vemos por allí :-)

PD: Podéis encontrarme a través de la opción "Find a supporter".

A un chico alto con gafas (o "Quien te conoce, lo sabe")

Enhorabuena por esas ciento y pico páginas con portada. Una obrita que si tuviera que describir con un solo adjetivo, calificaría, sobre todo, de inteligente: ¿qué fue antes? ¿la idea? ¿la subvención? ¿el huevo? ¿la gallina?

Gracias por la hora de poesía que me brindaste hace ya más de un mes, un lunes o un martes entre la una y las dos de la madrugada. Nunca antes he llevado ojeras al trabajo con tanto orgullo.

Enhorabuena por haber encontrado a una chica con la que compartir tantísimas cosas.

Gracias por organizar talleres en los que se leen signos de puntuación, por ir a Canadá y leer libros raros, por hacer dibujos que Josefina pueda colorear y por enseñar español a una señora a la que se le olvidan las cosas.

Gracias, en resumen, por infundarnos a los demás tantas ganas de vivir aunque sea sin darte cuenta.

Y perdona por haber tardado tanto en dedicarte este mensaje.

Donde menos te lo esperas

Hace cosa así de una hora, me he hecho un cortecito en un dedo con una caja de cartón. Precavida, para evitar riesgos mayores, he acudido a mi botiquín y sin dudarlo ni un instante he desenfundado una tirita. Ahora bien, vaya tirita. Tiene un mónton de dibujos de colores que representan un cd, un ordenador, un perrito caliente, un teléfono móvil y una lata de refresco. He llegado así a la conclusión de que se trata, nada más y nada menos, que de una tirita capitalista.
Por si fuera poco, la primera vez me la he puesto demasiado ajustada. Puedo decir, por lo tanto, que hoy me he visto oprimida por el capitalismo.
Lo que hay que oír.

Un mal día.

Como jefa de departamento, acabo de tomar una decisión que supondrá despedir a una de las empleadas que se encuentran a mi cargo antes de lo previsto. No es especialmente buena trabajando, ha tenido más de un roce con otra gente de la oficina, y en este momento tenemos a alguien exclusivamente dedicado a revisar lo que hace. En circunstancias diferentes, podríamos permitirnos darle más tiempo para adaptarse, pero con todos los cambios que están produciéndose, para cuando empiece a resultar eficiente, es posible que la compañía no la necesite más.

Me siento fatal por haberme visto obligada a tomar esa decisión.

Por otro lado, me alegro un poquito de sentirme tan mal.

Ojalá sea algo que no aprenda a superar nunca.