Blogia
Merece la pena.

Anécdotas y recuerdos

Auster y el azar.

Ayer por la tarde paseaba por la sección de libros de El Corte Inglés. En un estante, estaban expuestos juntos los dos libros que acaba de publicar Anagrama: 'Viaje por el Scriptorium' y el 'Homenaje a Paul Auster' que, creo, dan de regalo al comprar el primero.

En ese momento pensé: "Jo, me los podría regalar alguien".

Llegué a casa dos horas después. Los dos libros estaban esperándome encima de mi mesa. 

Lo juro. 

In fraganti

Me dolía una muela en la que hace un año me practicaron una endodoncia. He ido al cuarto de baño, no había enjuagues bucales de ningún tipo. Me he lavado los dientes a conciencia, como cada noche. Seguía doliendo.

Mi padre se ha levantado a por un vaso de agua. Me ha pillado delante del mueble bar, empinando una botella de ron añejo con la gradación de alcohol más alta que he podido encontrar. A palo seco.

Menos mal que nos conocemos desde hace tiempo... cualquier otra persona en su lugar habría sacado conclusiones erróneas. Y cualquier otra, en el mío, habría dado que hablar.  

En toda situación de crisis.

- El alarmista (tres segundos después del petardazo): Eso ha sido una bomba.
- El histérico: Quiero salir, quiero salir. Vamos a moriiiiiir!

- El escéptico: Si realmente hubiera pasado algo grave, ya nos habrían avisado. Yo no me muevo de aquí.

- El sabidillo: Sí, mira, ahora lo que van a hacer es llevarnos allí hasta que llegue la policía científica y luego...
- El aprovechao: ¿Mantas para los niños? ¿Dónde? (coge tu otra, para el maletero)

- El impulsivo: Allí ha tosido alguien, vamos a ver qué pasa.

- El optimista: Podría ser peor... podría llover, y nosotros aquí sin paraguas.

- El amargao: Vaya mierrrrrda vacaciones. No viajo más.

- El despistao: ¿Que ha pasado quéeee?

- El batallitas: Claro que yo ya pasé por algo parecido aquella vez que pusieron el aviso en mi pueblo tres calles más pa’llá de mi peluquero. No veas.

- El exagerao (al teléfono): Todavía me retumba el ruido de la explosión en el oído. Yo diría que han sido por lo menos dos toneladas de explosivo.

- El videoaficionado: Un poquito más a la izquierda. Ahí, que se vea bien el humo. Sonríe, mujer.

- El arrepentío: Por qué no le diría a mi vecina Paqui que la quiero, cuando tuve ocasión.

- El carajote: ¿No podría haber pasado media horita más tarde, que yo hubiese podido coger el avión?

- El místico: Estoy seguro de que esto es una señal...

- El carajote II (que también tiene algo de místico): Si aquél día no hubieses perdido la zapatilla izquierda, hoy no estaríamos aquí.
- El gafe: ¿Por qué siempre me tiene que tocar a mí?

- El frívolo: ¿Saldremos por la tele? Y yo con estos pelos.

- El guiri: Das eniguán espic inglis jiar?

- El optimista II: Menudo baño calentito me voy a dar luego en el hotel, cuando lleguemos...

- El de la conciencia intranquila: Esto me pasa por no dejarle propina al taxista.

- El despistao II (varias horas después): ¿Que ha pasado quéeee?

- El neurótico: ¿Habré apagado el termo antes de salir?

- El medio sordo: ¿Qué ha dicho? ¿Qué ha dicho?

- El fotógrafo cutre: Deja de llamar que me gastas la batería y esto no se ve todos los días.

- El resignao: Bueno, otro año será.

- El que le gusta echar la culpa a los demás: Sigo diciendo que pasar el fin de año con mi tía abuela Francisca era lo mejor, pero como tú no querías...

- El religioso: Si salgo de ésta le pongo seis velas a Santa Guadalupe.

- La observadora tranquila: Esto... ¿alguien tiene papel y boli?

ETA coloca un coche bomba en el aparcamiento de la Terminal 4 de Barajas, que explota el día 30 de diciembre de 2006 a eso de las 9 de la mañana. Allí estaba yo, medio dormida, y esperando para embarcar en un avión para Lisboa. Tengo la SUERTE, junto a algunos miles de personas, de poder contarlo e incluso bromear acerca de lo que viví. Aún así, mi más sincero pésame a las víctimas. Estas cosas no tendrían que suceder NUNCA.

Belén humano.

En la guardería de mi primo Carlos, que aún no ha cumplido los dos años. Él hacía de angelito. A unos metros de distancia, una cesta llena de pan y otra con galletas a modo de ofrendas. En plena representación, y sin molestar, abandonaba su puesto, se acercaba sigiloso a la cesta del pan y cogía un trocito. Luego, sin que nadie tuviera que decirle nada, se volvía tranquilamente a su sitio a mordisquearlo despacito. Como si no hubiera pasado nada. Cuando se le acababa, iba a por más y punto.

 

FELIZ NAVIDAD A TODOS.

A ser felices y a hacer felices a los que tenéis cerca, que al fin y al cabo eso es de las pocas cosas que importan de verdad.

:-)

La ensalada (im)perfecta.

No puede tener ni más, ni menos, de los siguiente ingredientes (me la estoy jugando, lo sé, pero una es de gustos sencillos):

Lechuga muy muy picadita.
Tomate, también cortado en trozos muy pequeños.
Zanahoria.
Huevo duro.
Atún.
Queso (si es de varios tipos, mejor).
Jamón york.
Aceitunas sin hueso, o incluso rellenas de anchoa.
Su aliño y sus avíos, sin pasarse de sal ni de vinagre. Orégano opcional.

No sé cómo me las apaño, pero siempre se me olvida añadir uno de ellos y me doy cuenta cuando ya es demasiado tarde, en la mesa.

Clic.

A menudo pasamos por etapas complicadas, de cambios, de altibajos e incertidumbres. Nos sumimos en nuestros problemas sin ser capaces de ver una salida, y cuanto más dura, peor. Pero de pronto, un día el mundo entero se pone maravillosamente de acuerdo, y cada cosa ocupa su lugar.

Si prestáis atención, os daréis cuenta de que en ese momento se escucha, bajito, un 'clic' de piezas que encajan. Y qué bien sienta...

Spanish way.

Hay dos palabras inglesas cuya versión 'castellanizada' soy incapaz de asimilar por más que lo intento. Una de ellas es 'posí' ('post-it'), pero la mejor de todas es, sin duda alguna, 'estripi' ('striptease').

Hace casi un año que volví a España, pero todas y cada una de las (muchas) veces que escucho una de ellas me quedo mirando con los ojos muy abiertos a mi interlocutor diciendo: '¿¿Un QUÉ??'

Juro que no lo hago aposta. :-p

Saquen sus propias conclusiones.

Nunca me ha dado por hacer un comentario acerca de las cadenas de búsqueda que traen aquí a la gente. Las ha habido raras, pero a la de hoy soy incapaz de resistirme: alguien puso en el Google 'follar y estornudar'. Al reproducir la escena del crimen, compruebo que aparezco en tercera posición con el siguiente resumen:

weblog alojado en Blogia
Cosas raras que nos hacen estornudar a mi hermana y a mí. ... nadar, tocar la guitarra,
ordenar mis cds, hacerme un gazpacho, salir de viaje, follar. ...

Alguien ha debido formarse una idea de mí la mar de rarita... :-p

Empieza el camino hacia los 30.

Hoy cumplo

 

26 años

 

(Sí, lo sé: el 26 de octubre del 2006 :-p )

... Y etapas que empiezan.

Me mudo de piso, empiezo un máster, estoy a punto de terminar una novela y en ocho días cumplo los 26.

He vuelto.

;-)

La primera mentira.

Lo recuerdo todo como si fuera ayer. Tenía 6 años, y hacía muy poco que había conocido a la que sería mi mejor amiga durante mucho tiempo. Estábamos las dos en la placita en la que jugábamos siempre, y entonces pasó por delante de nosotras una chica de rasgos achinados. Mi amiga me dijo: '¿Sabes? Mi padre ha viajado a muchos lugares del mundo. Una vez estuvo en China, y vio cómo quemaban viva a una chica que se parecía mucho a esa'.

A mí me impresionó mucho la historia. Sentí una envidia tremenda por tener un padre tan aventurero, pero también me daba muchísima pena la historia de la pobre china. Lo único que llegué a preguntarle es cómo sabía que ambas chicas se parecían. 'Porque me enseñó una fotografía', me dijo ella. Nunca puse en duda lo que me contó.

Algunos meses después, cuando ya éramos mucho más amigas, me vino un día muy seria y me confesó que todo aquello de su padre y de la china no era verdad. Yo no supe cómo reaccionar. No es que estuviera enfadada, simplemente no le veía ningún sentido. ¿Por qué me mentía a mí? ¿No éramos amigas? ¿Por qué? ¿¿¡¡Por qué!!??

En la práctica no cambió nada entre nosotras, pero aún puedo revivir el sentimiento de decepción que me invadió en aquél momento. Quizá no fui consciente entonces, pero ahora lo sé: aquella fue la primera mentira de mi vida. Habría un antes y un después de todo aquello.

Hoy agradecezco profundamente a todo el mundo que me rodeaba (a mis padres, a mi familia) que esa primera mentira no me llegara hasta los seis años. Qué infancia más afortunada, la mía. Qué burbuja más bonita.

Ya no más.

Hoy he soñado que estábamos a finales de diciembre. Mi amigo C. me decía: 'Yo llego a Sevilla el día tal'. Mi amigo A., 'Y yo el día cual'. Yo tenía muchas ganas de verlos a ellos y a todos los demás, pero entonces me daba cuenta de que no había comprado el billete de avión todavía. De que ya era demasiado tarde, demasiado caro.

Entonces me desperté y caí en la cuenta de que eso ya no importaba. De que ya no vivo en Brighton.

He vuelto a dormirme, con una sonrisa.

No pasan en balde.

Una se da cuenta de que empieza a tener algunos años a la espalda cuando en una entrevista de Jesús Quintero a Felipe González, el realizador mete un letrerito de infografía con el nombre de éste cada cinco minutos para identificarlo.

Mi lado oscuro.

PARADA DEL AUTOBÚS. EXTERIOR. DÍA.

Dos jóvenes de unos 16 años charlan con cara de espárrago (ambos, lo cual no deja de resultar exótico).

CHICO:

¿Vas a ir hoy al instituto?

CHICA:

Sí, pero no pienso entrar a tercera hora en química. Voy fatal con la asignatura.

CHICO:

¿Y no será peor si encima no vas a clase?

CHICA:

Ya, pero es que a mí ese tío no me soluciona nada.

 

Podría haber dicho ’es que no me entero con el profesor ese’. O ’me aburro como una ostra’. O ’paso, me voy a tomar el sol, o a la Feria’. Pero no, tuvo que soltar una mamarrachada como esa: "a mí ese tío no me soluciona nada".

Es por eso por lo que me entraron ganas de estrangularla.

PD: Pero no, no lo hice (sic).

Estampas de la vida moderna.

Entro en un patio de vecinos, cobijado entre cuatro edificios enormes. En un rincón veo apilados en el suelo un balón de fútbol, otro de baloncesto, un patinete y dos bicicletas. Continúo caminando y encuentro por fin a sus dueños: tres niños de unos ocho años, sentados juntos en un portal. Cada uno está concentrado en su propio videojuego portátil. No hablan.

Me alejo con un escalofrío. 

Llegó la hora

Hemos decidido que nos vamos a España. Para quedarnos.

Deseadnos suerte, por favor.

A propósito...

Ayer me comí un croissant enfrente de la Torre Eiffel.

Quién me lo iba a decir.

¿En dónde acaba de abrir mi empresa una nueva sucursal?
En Bulgaria.

¿Cuál es uno de los países de Europa que nunca antes pensé en visitar?
Probablemente, Bulgaria.

Y a propósito, ¿aún se pregunta alguien dónde he estado toda la semana?
Pues en Bulgaria, claro.

Si es que no estáis atentos.

Hablando se entiende la gente.

Esta noche he tenido una pesadilla. Mientras mi hermana y yo esperábamos a alguien más, ella empezaba a zurrarme que daba gusto. Y otra, y otra más. Yo, muy triste, sólo le decía: "¿Por qué me pegas? Si no hay necesidad ninguna, mujer. Anda, déjalo ya." Al principio ella parecía muy enfadada, como si tuviera motivo. Luego, simplemente seguía a la vez que me iba pidiendo perdón: "Lo siento, no me queda más remedio". Y con qué ganas me daba, cómo dolía. Pero yo, en mis trece, dando ejemplo. Pacífica. Es más: dialogante.

Quien duerme a mi lado me ha despertado en mitad de la agonía porque, aparentemente, le había zampado más de una torta y hubo varios intentos de patadón en la espinilla. He alegado enajenación transitoria.