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Merece la pena.

Reflexiones

De lo bueno, lo malo, y otras cuestiones serias.

La semana pasada han tenido lugar varias cosas a la vez que han provocado por mi parte una serie de planteamientos más o menos profundos. Por un lado, me leí el libro de "El Diablo y la señorita Prym", de Paulo Coelho. Por otro, compartí una semana de viaje con el director de mi departamento que resulta ser musulmán, lo que dio lugar a muchas coversaciones refentes a la religión. Y todo ello, en un país tan pobre como Bulgaria en el que mi empresa paga ochenta céntimos por hora por el mismo trabajo que aquí en Brighton se paga a seis libras la hora. Voy a intentar resumirlos y poner un poco de orden:

¿Por qué nos resulta tan fácil ajustar nuestras escalas de valores (es decir, quedarnos con la conciencia tan tranquila) para no condenar en nombre de la religión ciertos actos que son INJUSTOS los mires por donde los mires, pero nos convienen? ¿Tan flexibles -tontos- creemos a nuestros respectivos Dioses como para no darse cuenta?

¿Por qué necesitamos creer en un "árbitro" por encima de nuestras cabezas que se dedique constantemente a juzgar nuestras acciones? ¿No será que no nos atrevemos a juzgarlas nosotros mismos por considerarnos incapaces de perdonar siempre nuestros deslices?

¿Es lo mismo obrar bien por el mero hecho de creer que es lo correcto, que hacerlo para conseguir una recompensa? ¿Y que hacerlo por miedo -terror- al castigo, ya sea en vida o después de la muerte? ¿¿Importa??

Todo lo que sé es que los que en su día inventaron la religión se me antojan, por encima de todo, unos seres bastante maquiavélicos.

Mensaje atípico.

Hace un par de días, hablando por el messenger con un amigo que está pasando por una mala etapa, me pidió en un momento dado que por favor no dejara de escribir aquí. No podía ver su rostro, pero en mi mente se me apareció la misma expresión sombría que se le dibujó hace unos meses cuando, jugando al Pictionary en una de nuestras interminables madrugadas, me imploraba en silencio que consiguiera adivinar la palabra "precio" a partir de un dibujo en el que todavía no hemos sido capaces de hallar semejanza alguna con ningún objeto de la realidad.

Por este amigo me he sentado hoy frente al ordenador, aunque no tenga nada especialmente interesante que contar. Porque creo que merece (mucho) la pena darle un coscorrón a la pereza que de vez en cuando me mantiene alejada de aquí para traeros mis dos minutos diarios de complicidad. Porque estoy segura de que de algún modo, él necesita que yo no abandone el própósito con el que empecé esto el primer día. Sería demasiado decir que le brindo unos instantes de felicidad. Yo creo que, simplemente, se trata de un poquito de paz.

Estoy (sigo estando) aquí. Si me necesitas, silba bajito.

Sólo apto para despiertos.

Siempre he odiado la estadística como ciencia, como disciplina o como intento de medir lo que no ha pasado todavía. Aún así, estoy dispuesta a concederle una última oportunidad si alguien es capaz de resolverme una cuestión a la que llevo dando vueltas desde hace siete u ocho años (puede que más).

Pongamos a dos sujetos, a los que llamaremos "Señor Tramposo" y "Señor Astuto". El "Señor Tramposo" va a proponer al "Señor Astuto" una serie de apuestas al clásico juego de "Cara o cruz", pero haciendo honor a su nombre usará una moneda trucada, en la que el 80% de las veces sale Cruz (Nota: si dicha moneda es "imposible" en la realidad, hago un llamamiento a la imaginación del lector para que sea un poco condescendiente en ese punto).

Ahora bien: el "Señor Astuto", al que no se le escapa una, no se fía ni un pelo del "Señor Tramposo", y acepta jugar con la moneda de éste con una condición: en una de cada dos tiradas, el resultado que se contabilizará será el contrario del que salga. El "Señor Tramposo", cogido por sorpresa, no tiene más remedio que aceptar, y el juego comienza.

Mi pregunta es: ¿consigue la condición del "Señor Astuto" contrarrestar el efecto de la trampa del "Señor Tramposo"?

Ahí queda eso.

¿Seguro que es un dibujo?

¿Seguro que es un dibujo? Publicado en "The Times" digital:

Pincha aquí si no te lo crees :-)

Estoy hasta las narices.

Fragmentos de lo que se puede leer hoy en los periódicos digitales.

"[..] la Iglesia, cuando promueve el recto uso de la sexualidad humana, encauzada por la virtud de la castidad [...]"
[El Mundo]

Esto... que alguien me explique otra vez el concepto de "sexualidad humana", que no me ha quedado claro.

"[...] la epidemia se combate con la castidad."
[El Mundo]

Sí que es verdad, la raza humana también. O mejor todavía: los curas del 2085.

"[...] la doctrina católica sostiene que el uso del preservativo implica una conducta sexual inmoral."
[ABC]

A ver si nos dejamos de tonterías, que es mucho más sencillo que eso: El uso del preservativo implica una conducta sexual y punto.

"Hay unos 40 medios que ofrecen los científicos para combatir el sida. El preservativo es uno de ellos."
[Diario de Sevilla]

De acuerdo, pues delen su "bendición" a todos y a cada uno de ellos.

Otra cosa son los casos particulares en los que se deba aplicar el principio del mal menor, como sucedió en los años sesenta cuando se permitió a las misioneras en el Congo el uso de píldoras anticonceptivas debido al elevado riesgo de violación por guerrilleros.
[ABC]

Sin comentarios.

Sinvergüenzas.

Me cuenta un amigo sueco, Fred, que las autoridades de su país han recibido multitud de llamadas por parte de delincuentes y criminales tratando de darse a sí mismos por perdidos en el maremoto asiático. Así se pillen un dedo con la puerta.

Otras culturas.

Antes de las vacaciones, un amigo noruego me hablaba de un villancico danés cuya letra, traducida, es la siguiente:

Ya es Navidad otra vez,
papá ya está borracho
y mamá debajo de la mesa.


¿Se le habrá caído algo a la pobre mujer?